Bajo cumplimiento de la dieta mediterránea y sedentarismo: riesgo cardiovascular en niños españoles
- Carla Nieto Martínez
- Maria Baena
- Noticias de Medscape
MADRID, ESP. En los niños españoles con edades entre 1 y 15 años, un 35 % tiene dos o más factores de riesgo cardiovascular, un porcentaje que es aún mayor (40,7 %) en los menores que pertenecen a los segmentos sociales más desfavorecidos, señalan los resultados de la segunda ola de la Encuesta de Salud (ESFEC) realizada por la Fundación Española del Corazón (FEC), en colaboración con Sigma Dos, cuyos resultados se presentaron en el marco de la celebración del Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular (14 de marzo).
"El objetivo de esta encuesta fue determinar la situación ponderal y los hábitos relacionados con el riesgo cardiovascular, como el perfil alimentario, el grado de actividad física y otros factores del estilo de vida, como el sueño o la adherencia al ocio sedentario (pantallas y demás)", explicó el Dr. Javier Aranceta, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y miembro del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Corazón, durante la presentación de la encuesta.
La metodología empleada consistió en un muestreo aleatorio estratificado basado en 410 encuestas telefónicas realizadas a unidades familiares de todo el territorio nacional. Las variables investigadas fueron estado de salud (salud percibida, problemas crónicos, consumo de fármacos), peso, talla y situación ponderal, alimentación (se incluyeron cuestionarios de frecuencia de consumo y cumplimiento a la dieta mediterránea), realización de la actividad física calidad del sueño y variables de clasificación sociodemográfica (sexo, edad, clase social), con la intención de determinar qué factores del entorno podrían estar influyendo en la sobrecarga ponderal.
Estado ponderal y cumplimiento a la dieta mediterránea
Los datos demuestran que un 20,5 % de los encuestados tiene sobrepeso y un 8,7 % obesidad. Por sexos, el sobrepeso es mayor en las niñas (23,7 %) que en los niños (17,4 %). Por el contrario, la cifra de obesidad es más alta en los niños (11,6 %) que en las niñas (5,9 %). Por grupos de edad el sobrepeso es similar en ambos, mientras que la obesidad es más frecuente en los menores de 1 a 9 años.
Acerca de las razones que explicarían estas diferencias de sexo en los datos, el Dr. Aranceta comentó a Medscape en español que esta evidencia se encuentra en línea con los resultados arrojados por otras encuestas "y demuestra que ya desde edades tempranas las niñas manifiestan una mayor preocupación por su peso y tienden a cuidarse más desde el punto de vista alimentario".
Respecto al nivel de actividad física, la encuesta reflejó que un 51 % de los menores es sedentario, una cifra mayor en el caso de los niños (53,6 %) que en el de las niñas (48,5 %). Estos porcentajes se disparan hasta un 66,5 % en el segmento de 10 a 15 años, mientras que descienden al 39,8 % en los menores de 10 años. Del análisis de este sedentarismo desde la perspectiva del segmento social se desprende que los menores de clase alta son más sedentarios (53,3 %) que los de clase media (49 %) y los de entornos más vulnerables (50 %).
El Dr. Aranceta comentó que en la determinación de los hábitos dietéticos se incluyó un cuestionario a modo de checklist para valorar el tipo de alimentos y la frecuencia con la que esta población seguía la pauta de dieta mediterránea, ya que se considera que hasta hoy es la más cardiosaludable.
"En este sentido los resultados son interesantes, ya que reflejan una clara relación entre el bajo cumplimiento a la dieta mediterránea y la situación de sobrepeso", apuntó el Dr. Aranceta.
Asimismo, la encuesta pone en evidencia un cumplimiento muy bajo a este patrón dietético: un 39,1 % sigue una dieta de muy mala calidad, según la puntuación del índice del KIDMED de cumplimiento a la dieta mediterránea. Por sexos, un 42,3 % de las niñas presenta un bajo cumplimiento frente al 36,2 % de los niños. Este dato empeora con la edad, siendo del 38,1 % en los menores de 1 a 9 años y aumentando al 40,8 % en aquellos de 10 a 15 años.
"Un factor que explicaría este bajo cumplimiento es el poco 'atractivo' de la pauta mediterránea, en el sentido de que la que la preparación de los alimentos suele resultar más laboriosa y complicada que otras opciones, como la comida rápida y los modelos de comida al domicilio, por ejemplo. Pero hay que recordar y hacer esfuerzos por difundir mensajes del tipo: 'Más tiempo en la cocina, menos tiempo en la consulta médica' y concienciar a la población de todas las edades que para comer bien hay que comprar bien, lo que lógicamente lleva su tiempo", destacó el especialista.
De la encuesta también se deduce que apenas el 6,9 % de los menores encuestados presenta un alto cumplimiento a la dieta mediterránea. El análisis de estos datos por clases sociales reveló que el segmento en el que se aprecia alto cumplimiento (7 %) es el de los menores pertenecientes a las clases bajas (8,0 %) frente al 6,9 % de las clases medias y el 5,9 % de la clase alta.
El Dr. Aranceta señaló que esta diferencia puede deberse a que "en el segmento social más bajo hay una mayor tendencia a introducir más legumbres y otros ingredientes que están fuera de la pauta dietética habitual en estas edades, que es a base de procesados y alimentos de origen animal".
Un aspecto positivo respecto a los hábitos alimenticios destacado por los autores de este trabajo fue que un alto porcentaje (94,7%) desayuna diariamente "y este es un avance importante porque hace no muchos años esas tasas estaban en torno a 30%. Hay que tener en cuenta que no solo en niños, sino también en adultos, un desayuno equilibrado tiene que ver con el índice ponderal, de forma que a peor desayuno mayor sobrecarga ponderal", comentó el Dr. Aranceta.
Disociación "sorprendente"
El Dr. Andrés Íñiguez, presidente de la Fundación Española del Corazón, señaló que uno de los aspectos más llamativos de los resultados de la encuesta es la disociación "sorprendente" que se tiene tanto a nivel personal como familiar respecto a cómo piensan que es la salud cardiovascular de los niños y adolescentes y lo que refleja la realidad.
Así, los datos demuestran que la percepción de las familias sobre el estado de salud de los menores a su cargo es calificada como "bueno" o "muy bueno" por parte de 97% de los encuestados (97,7 % en el caso de los niños y 96,4 % en el de las niñas). Esta percepción es similar en todos los estratos sociales: un 97,4 % en la clase alta, un 96,6 % en la clase media y un 96,8 % en la clase baja.
"Frente a esta percepción los datos llevan a calificar la salud cardiovascular en este segmento de población como deficiente y sin embargo, no existe concienciación sobre ello, una situación paradójica que pone de relieve la necesidad de abordar las enfermedades cardiovasculares desde edades tempranas a través de la prevención y la promoción de la salud", afirmó el Dr. Íñiguez.
Concretando qué factores de riesgo cardiovascular son más prevalentes en la población estudiada, el Dr. Íñiguez declaró a Medscape en español: "Teniendo en cuenta que no se han evaluado factores de riesgo, como la hipertensión arterial, la diabetes o la hipercolesterolemia y nos centramos en los que sí se han analizado, por orden de mayor a menor prevalencia están en primer lugar el bajo cumplimiento a la dieta mediterránea, (39,1 %) y el sedentarismo (51 %), factor al que hay añadir el hecho de que un 88,5 % de los niños pasa una hora o más tiempo frente a las pantallas (ordenador, tableta, etc.) entre semana, aumentando el porcentaje a 89,4% en el fin de semana".
"A estos le siguen el sobrepeso (20,5 %) y la obesidad (8,7 %); en este sentido, si se suman los datos de sobrepeso y obesidad se evidencia que el 29,6 % de los niños españoles tiene sobrecarga ponderal. Finalmente hay que mencionar la falta de sueño, un factor que afecta al 4 % de los niños", agregó.
Patrones de sueño, COVID-19 y otros datos de salud
Otra variable analizada fue la calidad del sueño. Tipificando el periodo de sueño ideal entre las 8 a 9 horas diarias, el estudio reflejó que este solo se alcanza en el 3,4 % de los niños y el 4,6 % de las niñas. "Entre los factores implicados en ello pueden estar cenas copiosas o problemas emocionales, pero se sabe que la luz azul de la pantalla de los dispositivos genera un impacto negativo sobre la glándula pineal vía visual, lo que a su vez puede favorecer un desarreglo en la melatonina, que deriva en la aparición de problemas como el insomnio o la mala calidad del sueño en la población susceptible. Esto también tiene un impacto importante en la sobrecarga ponderal", comentó el Dr. Aranceta.
En cuanto a los problemas de salud crónicos más frecuentes en los casos de sobrepeso y obesidad, la prevalencia entre los encuestados fue del 11,5 %, siendo los más frecuentes alergias (3,8 %), bronquitis (3,2 %) y asma y los trastornos de piel (2,9 % en ambos casos). Asimismo, y en cuanto al consumo de fármacos, un 12,3 % afirmó haber tomado un fármaco recetado por un médico en las dos últimas semanas.
La encuesta también reflejó que el 11,1 % de los niños padeció COVID-19 sintomática (9,6 %: niños y 12,7 %: niñas), cifra que se elevó un 14 % en el segmento de edad de 10 a 15 años.
Alfabetización alimentaria: la asignatura pendiente
"Un tema que nos interesó especialmente al analizar los hábitos alimentarios fue qué porcentaje de población hace la comida principal en el comedor escolar, un punto clave, ya que la educación alimentaria tiene que estar en concordancia en los dos ejes: el entorno escolar y la familia. Hay que tener en cuenta que el comedor escolar no solo es un lugar en el que se aportan alimentos, sino que se trata de un entorno educativo que se debe optimizar", señaló el Dr. Aranceta.
"El sistema educativo es la vía para formar en conocimiento y capacitación alimentaria a las nuevas generaciones en todos los niveles educativos, pero especialmente en las etapas preescolar y escolar. Hay que potenciar la alfabetización alimentaria, es decir, favorecer que la alimentación esté presente en los programas educativos de forma que todos los niños sepan en qué consiste y cómo configurar una dieta equilibrada y los beneficios que ello tiene para su salud", destacó el especialista.
"Esto pasa por educar el gusto y aprender a comprar (por ejemplo, explicando mediante talleres cómo adquirir de forma saludable los productos en las grandes superficies)", añadió el Dr. Aranceta, quien puso de relieve la necesidad de incentivar el consumo del tipo de alimentos que configuran el patrón mediterráneo, tanto desde las administraciones como desde los colegios y a nivel familiar.
El Dr. Andrés Íñiguez incidió en que los datos revelan que los niños españoles tienen malos hábitos de salud cardiovascular; "de ahí la trascendencia de poner el foco en mejorarla. Y es que si atendemos a los factores de riesgo cardiovascular cuando ya han aparecido se llega tarde. Por eso debemos apostar por la promoción de la salud cardiovascular en todas las etapas de la vida, especialmente en la infancia y la adolescencia".
Finalmente y como estrategias para mejorar la realidad expuesta en esta encuesta respecto a los factores de riesgo cardiovascular, el Dr. Íñiguez aludió a las recomendaciones de la Fundación Española del Corazón al respecto, entre ellas, mejora de la gestión y la calidad de la oferta alimentaria en los comedores escolares y disminución del desperdicio de alimentos, incluir una hora más de actividad física a la semana en educación infantil y primaria, fomentar la práctica del "recreo activo" y sustituir las máquinas de venta por otras que expendan alimentos saludables: agua, frutas o lácteos.
Los doctores Aranceta e Íñiguez han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Este contenido fue publicado originalmente en Medscape en español, parte de la Red Profesional de Medscape.
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